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  • Foto del escritorEtinar S.A.

¿Fue la decisión correcta?

He estado pensando sobre la situación que atravesó el gobierno ecuatoriano la semana pasada. Y reflexiono todos los días sobre las decisiones tomadas, las acciones ejecutadas y el resultado final.

Al principio, luego del decreto de eliminación del subsidio a los combustibles y medidas compensatorias para incentivar la inversión, pensé que era la decisión más acertada. Incluso me sorprendió por lo controversial e histórica, pero sobretodo tremendamente necesaria para sincerar la economía y permitir a los ecuatorianos a valerse por si mismos para salir adelante.

Cuando se presentaron las primeras manifestaciones, pensé que eran hechos aislados y propios de una reacción ignorante de un pueblo que espera todo gratis, pero que no saben que en el largo plazo se verían beneficiados. Pensé que era cuestión de resistir un par de días y habríamos superado un hecho que beneficiaría históricamente al país. Las primeras reacciones del gobierno fue mitigar los desmanes y levantamientos más agresivos, así que también coincidía hasta ahí que era lo correcto a decidir.

Pero el problema se fue agravando porque sin darnos cuenta, los desmanes y protestas se volvieron amenazas a sectores estratégicos que el gobierno, por carecer de una inteligencia militar, tampoco lograron detectar. Entonces pensé, que ante los evidentes actos terroristas, con estrategias de guerra clarísimas, entre las cuales destaco: ataques a refinerías, cortes de suministros de agua, destrucciones de plantaciones productivas e industrias de suministros básicos, destrozos a locales en sectores comerciales clave de las principales ciudades, secuestros de policías y militares, atentados contra los principales edificios públicos como la asamblea y Contraloria, quema de documentos de auditoría, amenazas públicas de dirigentes y políticos de oposición atentando golpe de estado, pero sobretodo, ver grupos insertados entre los ignorantes que protestaban que hacían formaciones militares dignos de un entrenamiento paramilitar; pensé que el gobierno daría la orden de usar la fuerza pública a mansalva, dando fin a ese caos. Gracias a Dios me equivoqué. Creo que era el sentimiento de la mayoría de los ecuatorianos que estábamos estupefactos ante la situación y veíamos que ni la fuerza militar ni policial estaban preparados para semejante amenaza. Nos pedían al ciudadano común que salgamos a defender lo nuestro sin tampoco estar preparados para ello. Se hubiera armado una guerra civil entre rubios, blancos, negros, cholos, mestizos, indígenas y cualquier otra raza que se les ocurra por ahí. El resultado hubiera sido nefasto.

En cambio, ante tal situación, vimos un gobierno aparentemente doblegado, subordinado al poder indígena que a pesar de tan solo representar el 7% de la población, con el 0.30% de los ecuatorianos, unos 50 mil indígenas en Quito (con algunos terroristas infiltrados), hicieron derogar el decreto que los sectores productivos, la gente trabajadora y responsable estábamos dispuestos a aceptar. ¿Tomó el gobierno la decisión correcta? Creo que si. Creo que fue un acto estratégico. Perder una batalla para ganar la guerra es el denominador común de las grandes historias de la humanidad.

Esa decisión dio oportunidad al gobierno a que los protestantes se retiren a sus regiones, dejando sin piso a los terroristas que buscaban desestabilizar el gobierno y provocar un golpe de estado. Viendo con detenimiento y meditando sobre las acciones, creo que la decisión fue genial. Dura, pero genial. Escuchar la voz del presidente de la república quebrantarse al final del diálogo con los indígenas, sonaba a derrota, pero las acciones tomadas posteriormente contra los incitadores del golpe de estado y todos quienes fueron responsables de los saqueos, actos de vandalismo y demás decisiones aplicando el rigor de la ley civilizada, me hace pensar que fue la decisión correcta.

Ahora quedan las medidas para el nuevo decreto. El gobierno mantiene el mismo problema con el que comenzamos el análisis. Tenemos que reducir el tamaño del estado en 5 mil millones. El subsidio al combustible representaba tan solo 1.5 mil millones. Quedaban 3.5 miles de millones más por ahorrar. Venía un plan de recorte de burocracia ineficiente e improductiva el siguiente año. Pero ahora terminamos sin la eliminación del subsidio sumado a los costos de las protestas de 2.5 mil millones. Difícil tarea tiene el gobierno. No lo dudo. Pero el anuncio del presidente pretendiendo que el que gana más de 100 mil dólares (categorizado como “rico”) pague el 100% de impuesto a la renta al no permitir deducir gastos, o imponer un impuesto o contribución a empresas desde pequeñas y medianas que facturen más de 1 millón de dólares, creo que es una decisión equivocada. No podemos pagar los productivos para mantener a los improductivos. Estaríamos cometiendo un atropello al ingenio, al emprendimiento, al capital de riesgo, al eficiente, para que subsidien a los menos eficientes de la economía.

La solución, con todo respeto y en mi limitada capacidad, es que el gobierno haga lo mismo que nos toca hacer cuando las personas particulares o empresas privadas hacemos ante una crisis financiera o de falta de capacidad productiva: recortar gastos innecesarios, deshacernos de personal improductivo, buscar eficiencias para mejorar el cumplimiento de objetivos, trabajar más horas y eliminar vacaciones, vender los activos improductivos o que no generan buenos rendimientos, incrementar las ventas y producción al menor costo posible, entre otras de las tantas miles de fórmulas existentes y que son dignas de imitar con la finalidad de mejorar nuestra situación. Muchas soluciones a problemas similares ya han sido implementadas por otros países con éxito. No es mediante socialismo que distribuye pobreza; es mediante capitalismo que genera riqueza. Esa sería la decisión correcta señores gobernadores. Déjenos trabajar. Déjenos producir. Eliminen tanto impuesto y tantos controles. Eliminen a tanto burócrata que sólo piensa en cómo perjudicar al empresario. Faciliten el trabajo. Faciliten los canales para los medios productivos. Los empresarios aplicamos estos conceptos elementales todos los días y logramos sobrevivir. Estoy seguro que si el gobierno gasta menos y deja producir más, a todos nos fuera mejor. Eso sería la decisión correcta.

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