La incertidumbre es personal
- Guillermo Jouvin
- 21 abr
- 3 Min. de lectura

Frases como “es probable", "posiblemente", "improbable", "común", "poco común", "raro", "bastante”, podrían ser interpretadas de cualquier forma si no son puestas en números o porcentajes.
La incertidumbre es una relación entre el observador y el evento.
JFK ordenó un ataque a Cuba en la famosa “Bay of Pigs” con un 30% de probabilidad de éxito. Pero cuando preguntaron al General David Grey, dijo que utilizó las palabras exactas “fairly chance” (relativa oportunidad). Fue uno de los peores desastres americanos con más de 100 muertos y todos los demás soldados capturados. En cambio, Barack Obama decidió liquidar a Osama Bin Laden con un 50% de probabilidad. Pero unos de sus asesores de inteligencia militar decían 30% y otros 90%. ¿Fue casualidad?
Ayuda poner un número a las probabilidades para ser más precisos en la predicción.
Existen dos tipos de escenarios probabilísticos:
Determinístico es cuando el resultado está determinado por las condiciones iniciales y reglas; por ejemplo, sumar cuatro elementos de cualquier forma dará cuatro. Las leyes de la física tradicional o Leyes de Newton son deterministas.
Estocástico es cuando el resultado es impredecible, aleatorio y de incertidumbre; por ejemplo, juego de dados. Las leyes de la física cuántica a nivel subatómico son indeterminadas, por ahora.
A mayor incertidumbre, mayor el riesgo.
Mientras más se dominen los temas asociados a una actividad, mayor probabilidad de éxito se tendrá. Esto viene dado por conocimientos, experiencia y práctica. En cambio, lo que depende de la casualidad, suerte, esperanza y expectativa tienen mayor probabilidad de fracaso dado que no dominamos la información necesaria para asegurar un resultado. Y en ese caso, asignar números a los resultados esperados, nos permite evaluar el riesgo y reducir la sorpresa, pudiendo así, optar por tomar coberturas para protegernos.
Un ejemplo sencillo: si la predicción del clima es un 60% de lluvia, salir de la casa con paraguas es una buena idea. Asimismo, en mis proyectos, tener una probabilidad del 60% de que el acero incrementará de precio, podría ser que no valga la pena comprar anticipadamente si es que el costo de oportunidad sabemos con certeza que es mayor. En cambio, si es 90% la probabilidad de incremento de precios; y ese costo es mayor al de oportunidad en el tiempo de usarlo, definitivamente es una buena idea comprar anticipadamente.
El Teorema de Bayes nos permite predecir hechos basados en datos históricos para marcar tendencia, pero analizando probabilidades futuras para determinar una mejor predicción. Y eventualmente tomar algún tipo de acción al respecto.
Toda proyección futura se basa en suposiciones del analista. La teoría de la causación permite tomar acciones para esperar un resultado más predecible. Louis Pasteur dijo la frase: “En el campo de la observación, la oportunidad favorece a la mente preparada”.
Richard Feynman habla de tener la humildad para cambiar de idea cuando se nos presenta nueva evidencia que altera nuestras suposiciones. Existen estas reglas:
Conocidos-conocidos.
Conocidos-desconocidos.
Desconocidos-desconocidos.
Debemos tener una unidad de medida, una medición y su relación.
Jim Simons fue uno de los genios que mejor rendimiento obtuvo en la bolsa de valores, únicamente basándose en predicciones matemáticas. Pero su teoría era que solo debía estar acertado el 51% de las veces. Con eso era suficiente para ganarle al sistema. Por sistema me refiero al conjunto de personas y computadoras que compran y venden acciones diariamente en el mercado de valores.
En cambio, Issac Newton que fue uno de los genios que descubrió teorías fascinantes sobre la física, no fue capaz de entender el mercado bursátil. Perdió millones y dijo: “Puedo calcular el movimiento de las estrellas, pero no la locura de los hombres”.
¿En qué se equivocó? en que aún cuando matemáticamente podamos predecir un resultado en base a cálculos estadísticos y sus tendencias, el comportamiento individual humano es estocástico, poco predecible, lo cual hace muy difícil de proyectar. El valor de las acciones de una empresa depende de la percepción del público que la compra y vende, no necesariamente de sus estados financieros reales. Podemos predecir razonablemente una tendencia; pero jamás sabremos con exactitud lo que otro ser humano va a hacer. Caso contrario, ni siquiera hubiera accidentes.
Guillermo Jouvin Arosemena
Comments