Esta frase célebre de Steve Jobs me ha fascinado siempre. Muchos conocen la parte noble de este genio que nos cambió la vida a casi todos con sus dispositivos. La invención de la computadora personal hasta los iPhones y iPads hacen de la telefonía, música, agenda, e-mail, banca, computadora, juegos, búsqueda de información, entre otras cosas, parte de nuestro diario vivir. Apple se convirtió en la empresa número uno del mundo en valor y fue gracias a él.
Pero no todo le fue fácil, es más, sus padres lo dieron en adopción al nacer y ni siquiera terminó la universidad. Luego de haber creado la empresa más prometedora de todos los tiempos, su ego, vanidad, inseguridades, mal genio, impaciencia, inconsistencia y una sobrevalorada autoestima, lo hicieron caer a un hueco del que le costó salir.
El libro Becoming Steve Jobs, de Brent Schlender y Rick Tetzeli, nos cuenta la historia desde el inicio de sus aventuras, sus genialidades y fracasos; cuánto le costó y cómo terminó siendo lo que fue. Sin saber qué hacer ni estudiar, tomó clases de computación y caligrafía mientras seguía en la universidad. Estas dos materias serían lo que lo lleva a descubrir algo extraordinario.
Junto con su amigo Steve Wosniak, descubren la posibilidad de crear la primera computadora personal. Era una época en que era impensable algo así ya que las computadoras eran demasiado costosas y solo podían estar al alcance de las grandes corporaciones o gobiernos. Empresas como IBM lideraban esta industria y un par de chicos en un garaje no podrían ser jamás una alternativa para cambiar esto. Era imposible desafiar al gigante. Sin embargo, lo hicieron, lo hizo. Steve Jobs cambió todo. Y aquí estoy, escribiendo desde un avión, con un iPhone que tenía en mi bolsillo mientras hago tiempo para leer y reflexionar.
Apple era el unicornio jamás soñado: la empresa más innovadora del mundo, y Steve Jobs el ser humano más reconocido del planeta. Salía en todas las revistas de negocios y estaba en la cima. Apple se hace pública (vende acciones en la bolsa de valores) y Jobs se convierte en millonario a muy corta edad. Pero su inmadurez y falta de capacidad administrativa lo hacen fracasar. El directorio de Apple lo termina despidiendo y sacando de la empresa que él mismo había creado.
Con mucho dinero en la cuenta y un ego gigante, Jobs se fue a fundar NeXT, otra empresa de computadoras y software integrados con la cual esperaba reconquistar el mundo nuevamente. Después de todo, ya lo había hecho una vez y, ¿qué podía salir mal? Pues todo. No conseguía construir la computadora a los costos esperados, no apuntaba al mercado objetivo, su necedad de hacer algo sumamente estético, de última tecnología e innovador, no les permitía competir. Otras empresas como IBM, Compaq, Dell Computers, clones chinos, ya funcionaban con el software de Microsoft que su archirrival, Bill Gates, había creado y que dominada el 90% del mercado mundial. Steve Jobs se quejaba de que Microsoft le había copiado su software de ventanas y carpetas: el sistema Windows que todos conocemos hoy en día.
Luego se interesó en una empresa de animación de George Lucas llamada Pixar y la compró—sí, la que hizo Toy Story—Y fue ahí, en Pixar, cuando Steve Jobs comenzó a ver el verdadero cambio que iluminó su camino y lo devolvió a la cima. Justamente en una compañía en donde se dio cuenta de que él era el menos importante en la creación del producto. No entendía del tema y que, los diseñadores y creadores de contenido que trabajaban en la compañía, eran los verdaderos motores del posible éxito de la startup. Jobs aprendió a trabajar en equipo y a encontrar su verdadero valor: el de liderar gente, motivarlos, escuchar, orientar; a tener paciencia y saber confiar.
Junto a su visión, creatividad, capacidad de compartimentalizar y habilidad para apoyar a cada área de la empresa en la que podía contribuir, fue madurando y aprendiendo a ser un verdadero CEO. Entendió que, para crear un producto extraordinario, se debe comenzar con una idea que irá tomando forma; que se debe debatir la propuesta sin juzgar a la persona. Enfocarse únicamente en el resultado del trabajo sin que nadie se afecte ni ofenda. Que el ego no importa y que el objetivo común está por encima del propio. Encontró su propósito. Pixar terminó ganando varios premios Oscar y finalmente, Disney la compró, convirtiendo a Steve Jobs en el mayor accionista individual de Disney y uno de sus principales directores.
Entonces, paralelamente, mientras aprendía de sus colegas en Pixar, comenzó a trabajar de esta manera en NeXT, en grupos pequeños, colaborativos, orientado al talento humano, motivándolos a desarrollar lo que mejor sabían hacer: a enfocarse en la estética y funcionamiento, en la simplicidad, a ser pioneros en algo que jamás se había visto ni pensado antes. Tanto así que Apple, que estaba luchando por sobrevivir porque se les habían acabado las ideas y habían perdido su esencia, comienza a ver en NeXT el software que necesitaban para volver a competir y en Steve Jobs, el CEO para convertirse en lo que fue en sus inicios.
Después de 10 años de estragos—habiendo perdido mucho dinero, pero perseverando y manteniendo su visión—luego de varias negociaciones y dudas personales, Steve Jobs acepta regresar pero como iCEO (Gerente General interino). Sus fracasos previos le hacían dudar de sus propias capacidades, pero su amor por la empresa superaba sus miedos. La humildad superaba el ego. El deseo de contribuir a la humanidad y cumplir su propósito superaban sus dudas. Y volvió tímidamente. Y, el resto es historia. Junto con nuevos colegas como Jon Ive, Tim Cook y otros, cambiaron el mundo. Se convirtieron en la empresa más dominante de la historia y de varias industrias.
Todos sabemos lo que Steve Jobs dejó antes de su partida. Murió de un cáncer irreversible que ni su tecnología, curiosidad, capacidad, inteligencia, poder económico y audacia lograron combatir, demostrándonos que, estamos de paso y que solo Dios decide nuestro destino final.
En una conferencia en la Universidad de Stanford, dejó un discurso extraordinario que también cambió la vida de muchos de nosotros, con tan solo tres mensajes:
Los puntos se conectan: Lo que has hecho en el pasado siempre te servirá. Presta atención, ya que mucho de lo que puedes lograr viene del pasado y no del futuro.
Amor y pérdida: Ama lo que haces. Si no lo sientes así, déjalo. Cambia de actividad. Y las pérdidas pueden ser para bien. Quizás logres descubrir lo que te hacía falta.
Muerte: Vive cada día como si fuera el último. Pregúntate ¿Qué haría hoy si fuera mi último día? Y haz exactamente eso.
Además, Steve Jobs nos deja con las siguientes reflexiones a lo largo de su vida:
Las historias humanas giran en torno al cambio. La adaptación es fundamental.
Compartimentalizacion en lugar de multitasking como parte de sus habilidades.
Filosofía budista para tener rectas intenciones, rectos pensamientos, recta palabra y recta acción.
Mejora continua y mentalidad sin límites. Curiosidad e imaginación como parte de sus actitudes y valores.
Pasión, inteligencia, enfoque e innovación como parte de sus virtudes.
Escuchar y flexibilizar su postura como parte de su cambio.
Fomentar el trabajo en equipo y pequeños grupos especializados para cada proyecto como parte de su nueva fórmula.
Liderar e inspirar generando confianza en el grupo como parte de su forma de dirección.
Experiencia del cliente como parte de su enfoque.
El consejo final: Mantente rebelde, curioso, hambriento y enfocado.
Eso era Steve Jobs. Todos podemos aprender de él. Sobre todo, de que las cosas no son fáciles. Que uno debe luchar por lo que quiere, que se requiere pasión por lo que hacemos. Humildad para cambiar. Perseverancia para seguir. Disciplina para mejorar. Confianza para crecer.
THINK DIFFERENT.
Guillermo Jouvin Arosemena
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