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Foto del escritorGuillermo Jouvin

Suerte y Riesgo

Actualizado: 29 ene

Hay una frase que dice “La suerte es cuando la preparación se encuentra con la oportunidad”. Muchas personas atribuyen a la suerte como algo bueno que les “cayó del cielo”. O que han sido iluminados o bendecidos. Y en otras ocasiones, atribuyen a la mala suerte al resultado de sus fracasos. La realidad es que muchas de las cosas que nos suceden en la vida, pueden catalogarse como suerte, tanto lo bueno como lo malo.


Pero a mí me gusta creer que la suerte es el resultado aleatorio sobre una situación; y, que podemos tratar de favorecer nuestra suerte y medir el riesgo.


Es así que, técnicamente, podemos llamar “suerte” a las buenas cosas que nos pueden suceder y riesgo a lo malo que nos puede tocar. Cuando estamos frente a una situación en la que solo tenemos dos opciones: A y B, sin mayor información sobre ninguna, siendo A bueno y B malo, tenemos literalmente un 50% de probabilidad de lograr cualquier resultado. La decisión que tomemos se fundamenta en la ley de probabilidades. Entonces bien podríamos escoger A y tener “suerte”, o B y tener “mala suerte” (es nuestro riesgo).


Hay una historia que relata Morgan Housel en su libro “Psychology of Money” en la que cuenta la historia de Bill Gates. Nos recuerda que en esa época había 300 millones de estudiantes de escuela en USA. Y la escuela de Bill Gates, en La Preparatoria de Lakeside en Seattle, había 300 estudiantes; y era la única escuela que tenía una computadora. Eso es una probabilidad de 1 en 1 millón. Y este chico tuvo la “suerte” de estudiar ahí. Pero, por otra parte, su mejor amigo de aquel entonces, mucho mejor estudiante según el propio Gates, Kent Evans, falleció en un accidente de montaña en una excursión. Da la casualidad de que la estadística dice que al año muere uno de cada 1 millón de personas en ese tipo de excursiones. Ambos tuvieron la misma probabilidad. Exacta. Para uno resultó favorable y para el otro fatal. Suerte y riesgo.


Los dos chicos eran brillantes. Ambos tenían cualidades intelectuales fascinantes. Con tan solo 16 años de edad, Gates y Evans fueron requeridos por la escuela para que diseñen el programa de calendarios de clases, para profesores y estudiantes de manera que puedan optimizar el uso limitado de las aulas en las escuelas. Y el programa que estos dos chicos desarrollaron, es la base que hoy utilizan en las universidades de casi todo el mundo. Y, obviamente, replicados en la mayoría de las escuelas y colegios. Y también en las empresas para organizar su personal y producción. Pero uno, Gates, continuó viviendo para crear la empresa Microsoft que nos cambió el mundo, encontrar soluciones para la cura de la malaria, hacer fundaciones para aportar a la humanidad y se volvió un millonario filántropo que todavía sigue entregando todo su conocimiento al mundo. El otro, Evans, simplemente por un hecho desafortunado, murió muy joven.


A mis hijos siempre les hago la broma que me gusta arriesgar con una probabilidad de cero. “Si no te metes al mar, la probabilidad de que te coma un tiburón es literalmente cero”. Y así con miles de ejemplos que les doy como para hacerlos razonar de qué siempre tienes la oportunidad de elegir tus riesgos y suerte. En la vida y negocios es lo mismo.


Todos debemos medir nuestros riesgos y probabilidades de éxito al momento de tomar decisiones. Mientras más informados estemos de cada tema o mayor experiencia y conocimiento hayamos logrado, mejores nuestras opciones de éxito.


A mi segundo hijo le repito la frase “juega tu liga”. Con esto me refiero a que una persona debe buscar el lugar en donde se pueda destacar. El sitio en donde puedas marcar una diferencia. Lo mismo con nuestros mercados. Si queremos ser una empresa exitosa, debemos jugar en el mercado en donde podamos sobresalir. Para ello, tenemos que despejarnos del ego, estudiar el entorno y comparar nuestras habilidades, virtudes, capacidades y especialidades. Tenemos que ser conscientes de nuestras debilidades y limitaciones. Debemos evaluar el riesgo asociado a nuestras decisiones. Y, finalmente, estar atentos a las oportunidades que tenemos por delante. Y así podremos jugar a favor con nuestra “suerte”.


Siempre son nuestras decisiones las que nos llevan a los resultados que logremos en nuestras vidas. Simplemente debemos ser conscientes de que es aleatorio. Y, al menos que tengamos un 100% de probabilidad de éxito, como en el caso del tiburón en el mar, a lo cual también podemos llamar “suerte”; siempre existe la probabilidad de que nos vaya mal. Y a eso lo llamamos riesgo.


Dependiendo de que tanto entendamos este concepto, tengamos claras nuestras perspectivas al respecto, y seamos conscientes de nuestras decisiones, la vida nos tiene sorpresas por delante. La suerte y el riesgo de hacerlo. Guillermo Jouvin Arosemena

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