Cada cierto tiempo nos toca enfrentar algún tipo de crisis que intenta desestabilizar nuestras estrategias y planes de ejecución. Las crisis se presentan tanto por situaciones internas como externas.
Dentro de las externas que nos pueden acarrear problemas están: un cambio de políticas regulatorias. Nuevas leyes de cualquier tipo, más aún tributarias. Modificaciones a las normativas con las que iniciamos un proceso, etc. En Ecuador, cada cuatro años alternamos de gobiernos con ideologías políticas y económicas inversamente proporcionales. También nos puede afectar un cambio en los gustos del mercado que alteran la demanda de nuestros productos o servicios. Un competidor disruptivo que ofrezca una alternativa diferente. O, podríamos tener complicaciones por reclamos infundados de clientes que buscan ventaja, entre unos cuantos ejemplos por resaltar. Existen miles de formas en la cual podemos terminar en una crisis empresarial.
Asimismo, las crisis pueden desarrollarse por situaciones internas. Una mala estrategia sin la debida investigación de mercado. Un plan mal ejecutado. No llevar un buen control, sobretodo oportuno, de las tareas a ejecutar. Incumplimiento de costos y tiempos en nuestros proyectos. Fraude interno de colaboradores. Falta de prevención de liquidez para nuestra operación. Falta de equipos o insumos necesarios. Crecimiento desmesurado sin la debida preparación. Mala calidad de nuestro producto o servicio. Mala gestión comercial del equipo, no solo me refiero a los vendedores, aquí también entra el equipo de asistencia técnica (de ser el caso), los de cobranzas, atención al cliente, incluso los dueños de las empresas o sus gerentes. Todos estos factores pueden derivar en problemas que conlleva a una crisis.
Pero es aquí donde nacen las oportunidades. Ante cualquier tipo de adversidad salen a flote nuestras mayores capacidades creativas e instinto de supervivencia. Se presentan las condiciones perfectas para mejorar nuestros productos o servicios, así como la atención al cliente. Si las aprovechamos, lograremos cambios que no solo nos permitirá sobrevivir, sino hasta poder convertirnos en líderes de la industria.
Las oportunidades nos permiten tomar ventaja sobre algo que no funciona bien. Se presentan cuando el resto de participantes de la industria considera que el desarrollo de un producto o servicio es de mucho riesgo. Cuando los responsables de la oferta no anticipan la demanda. O, cuando las condiciones son desfavorables para unos y favorables para otros debido a tal o cual circunstancia.
Es nuestra responsabilidad estar atentos al momentum de las empresas que lideramos y las industrias en las que estamos, incluso de estar pendientes de lo que sucede en otros sectores. ¿Quien sabe? podrían haber oportunidades en otros lados también. Para eso existen herramientas de administración que permite valorar estas situaciones cualitativa y cuantitativamente. El análisis FODA, por ejemplo, nos permite evaluar cualitativamente nuestras fortalezas, las oportunidades, debilidades y amenazas.
Fortalezas:
Son nuestras habilidades y capacidades para resolver las situaciones de nuestros negocios. Tenemos que analizar si esas ventajas que consideramos tener, pueden ser llevadas a otras actividades también. ¿Porqué no? Analicemos nuestras verdaderas competencias. Si además nos preparamos para mejorar y fortalecer nuestras habilidades, estas crecerán geométricamente.
Debilidades:
En cambio estas representan las desventajas que podamos tener. Es lo que no hacemos bien. Si las reconocemos podemos mejorarlas, entendiendo que solo crecerán aritméticamente. Es así que debemos enfocarnos más en potenciar las fortalezas. Podemos complementar las debilidades con alianzas o herramientas de apoyo. O, simplemente salirnos de la actividad en la que no somos los mejores. El fracaso dependerá de no darse cuenta de que no funcionamos en algo y seguir aferrados. Las debilidades son los factores internos que nos acarrean las crisis.
Oportunidades:
Ya lo hemos dicho, el presente artículo se enfoca en esta parte. Tenemos que estar atentos a las situaciones de crisis de cualquier actividad. Si no funciona bien lo que se hace (en el mercado o nuestras empresas) y nosotros tenemos habilidades para resolverlo; y, si conocemos nuestras limitaciones, podemos aprovechar para sacar ventajas.
Amenazas:
Son los factores externos que nos pueden desencadenar en una crisis. La entrada de un nuevo competidor, un producto disruptivo, cambios en la demanda de nuestro producto y servicios, pueden ser las circunstancias que nos lleve a una crisis. Debemos estudiar la manera de mitigar el riesgo de cualquier amenaza. Diversificar es una alternativa en mi caso. Evalúa cuál es tu mejor solución.
Para complementar nuestro análisis debemos hacer evaluaciones cuantitativas con factibilidades financieras contemplando todas las fuentes de ingresos, sus costos asociados de manera directa, los costos variables y fijos de la operación. Así como definir los gastos indirectos que nos conllevaría arrancar el proyecto. Asimismo, tener una matriz de riesgos porque siempre tenemos que evaluar la posibilidad de que algo no salga acorde a nuestro plan; y, poder así, aplicar planes de contingencia o salida del negocio con el menor impacto posible. Incluso, evaluar las oportunidades que se presenten de nuestro fracaso. Nuevamente, ¿Quien sabe? Debemos estar atentos a reaccionar.
No debemos asustarnos ante los cambios o situaciones que nos puedan desembocar en una crisis. Siempre digo: “lienzo en blanco”. Debemos estudiar nuestro FODA. Tenemos que analizar los resultados históricos de nuestra gestión como data, no para castigar, sino para aprender, para corregir y mejorar. Debemos evaluar el mercado y las tendencias para anticiparnos y aprovechar los momentos. Y todo, absolutamente todo, se puede lograr con buenas intenciones. Por eso insisto en que tengan un propósito, desarrollen una estrategia, realicen un plan, establezcan objetivos, gestionen su ejecución y finalmente, controlen los resultados.
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